NO FUE POR AMOR A LA CAMISETA
Hace unos días contacté con Marisol, su hija, para coordinar la cita. Quedamos en que la cita con su papá sería en su clínica en San Borja Sur a las 11:30 am. Llegué diez minutos antes y en su consultorio no entraba ni un sesentón más preocupado por su próstata. Cuando al fin pudo recibirme ya era casi la una de la tarde.
Alberto muy seguro de sí mismo, me habló de datos exactos como si se los supiera de memoria. Recordé que su papá también fue árbitro y fue en ese momento que todo tuvo sentido: Alberto ingresó a la escuela de árbitros por su papá, para lograr lo que este último no pudo y siempre soñó, representar al Perú en el mundo futbolero.
“Soy una persona de pocas palabras…” dijo Marisol. Pensé que mientras fuéramos hablando se iba a soltar hasta no parar, pero no. ¿Tímida? No creo que esa sea la palabra precisa. Es la herencia de su padre, la seriedad. Nunca antes le habían preguntado si su papá había sido árbitro por decisión propia o por influencia de su abuelo, por lo que se tomó su tiempo antes de responder.
“Mmm… ahora que ya pasó mucho tiempo de que dejó el arbitraje, te puedo decir que lo hizo por el abuelo. Mi papá es una extensión de él, no sólo porque se llamen igual, sino porque además logró lo que el abuelo no pudo en su época. Yo creo que mi abuelo vivió a través de él esa etapa de su vida.”
¿Y entonces? ¿Esa etapa de su vida fue una farsa? ¿El fútbol no es su pasión? ¿Fue árbitro por obligación? ¿No fue feliz haciéndolo? ¿Por eso es que lo desempeñó por tan poco tiempo?
Alberto Tejada, fue árbitro sólo por complacer a su padre, no era su pasión, no era su vocación, no era amor a la camiseta
No hay comentarios:
Publicar un comentario